Cuando organicé mi viaje a Tailandia, una de las cosas que tenía ganas de hacer era ver elefantes salvajes. Yo quería verlos en libertad y relativamente “cerca”. No quería ir a un zoo encubierto en Chiang Mai y pensé que, al ser Tailandia su hábitat natural, sería fácil encontrar un tour ético sin necesidad de verlos en cautividad.
Mi experiencia en un santuario de elefantes en Chiang Mai
Como ya sabéis por nuestro viaje por Nueva Zelanda, nosotros fuimos organizando el viaje sobre la marcha. Teníamos claros los días que pasaríamos en cada país y, más o menos, en cada ciudad, pero no todo lo que haríamos.
Cuando llegamos a Chiang Mai comparamos varios tour de elefantes y finalmente optamos por el que nos ofrecía el hotel. En principio, nuestro tour era ver a los elefantes por la mañana y volvernos para la hora de comer. No queríamos pasar todo el día allí.
Empezamos nuestro tour
El tour ya empezó oliendo a caca. Vinieron a por nosotros y antes de subirnos, el conductor nos dijo que por favor no comentásemos con el resto de turistas el precio que habíamos pagado. Además, nos dijo que nos regalaba pasar el día entero allí con las actividades de la tarde por el mismo precio. Yo dije que no, pero él ya había tomado la decisión. ¡Nos quedábamos todo el día!
Cuando entramos al coche, había dos parejas más y casualmente eran españoles. No pasaron ni cinco minutos cuando uno de ellos preguntó cuánto habíamos pagado por el tour. Nosotros éramos los que menos habíamos pagado, el resto había pagado más del doble. Así que, ya sabéis, esto es el reino del regateo.
Nos dimos cuenta que nos habían regalado el día completo porque el “santuario” estaba muy lejos de la ciudad y les salía más rentable regalarnos la tarde que hacer dos viajes, ya que éramos los únicos que teníamos medio día.
Llegamos al santuario de elefantes
Cuando llegamos, nos pusieron un sombrero y una especie de poncho, y nos dijeron que íbamos a empezar a preparar la medicina de los elefantes. Yo quería ver animales en libertad, no hacer un show, así que desde el minuto uno empecé a poner cara de mustia (para él que no lo entienda, mustia es cara de fruta pocha jajaja).
Mientras mezclábamos las medicinas con su comida empezaron a llegar los elefantes. Impresionan, la verdad. Son animales muy bonitos, pero te aviso que de tacto suave son poco. Son animales con mucho pelo grueso, tanto que parecen espinas.

Creo que cualquier persona con sentido común, solo necesita dos segundos para darse cuenta que esos animales están en cautividad. Por lo menos, los elefantes que había allí seguían sufriendo una vida estricta y disciplinaria.
Mi cara de pocha aumentó cuando empecé a ver como un chico joven, tendría unos 15 años, llevaba un punzón en la mano. Cada vez que un elefante se movía demasiado o hacía movimientos raro empezaba a darle con el punzón en la barriga.
Otra de las cosas que más me sorprendieron fue ver una cría de elefante. Nos dijeron que había llegado allí, pero todos pensamos que seguían criando elefantes en cautividad.
Ducharse entre mierda y elefantes
Después de estar con los elefantes, empiezan a decirnos que nos vamos a bañar con ellos antes de comer. Para ese momento, ya estaba harta del circo que había montado y me quería ir. Ya no sabía quién era la atracción, si los elefantes o nosotros.
Yo dije que no bajaba a ningún sitio a bañarme con nadie. En ese momento la gente empezó a mirarme mal y los organizadores del evento no paraban de preguntarme por qué no quería ir.
“Todo el mundo se está divirtiendo menos tú”, me decía una de las mujeres que estaba allí.
Mientras los demás bajaban a bañarse, yo me quedé arriba admirando el paisaje y preguntándome que hacía allí. Se que esto puede sonar cínico, pero mi objetivo era verlos en libertad, no ser la espectadora de semejante circo.

Lo bueno de ver todo desde arriba es que ves las cosas con otra perspectiva. Y mientras ellos veían un divertido baño con elefantes, yo veía un baño entre excrementos y elefantes.
Los “guías” discretamente iban sacando las enormes boñigas de mierda para que el resto de participantes no se diesen cuentan. Solo espero que la caca de elefante tenga propiedades curativas o estimulantes para la piel jajaja.
A partir de aquí se acabó la experiencia con los elefantes y nos adentramos en otras actividades que nos pusieron para tenernos entretenidos el resto del día.
Visitando cascadas en Tailandia
Tras el baño nos pusieron algo de comer, la comida estaba riquísima, y nos llevaron a una cascada con el resto de españoles. Estas cosas me hacen sentir una señora mayor, pero hay que tener cuidado con las fotos que nos hacemos.

Una de las chicas se acercó demasiado a la cascada, un pie le fallo y fue cuesta abajo. Su novio pudo agarrarla a tiempo y no se hizo gran cosa, pero hay que tener cuidado. Tailandia no es el mejor lugar para tener que ir al hospital. Así que las cosas, siempre, con cabeza.
Las mejores fotografías siempre serán la que hacen tus ojos para guardarlas en tu memoria.
Paseo en barca por los ríos de Tailandia
Al terminar el paseo, nos llevaron de vuelta para poder llevarnos al famoso paseo en barca. El famoso paseo en barca eran 5 palos de bambú unidos.
Nos subimos de nuevo al coche y nos llevaron a, lo que yo llamo, la parte trasera del circo. Allí había muchos elefantes atados con cadenas y desde ahí salían los paseos subidos en elefante. Una actividad que, supuestamente, ha dejado de practicarse en Tailandia. Aquí, evidentemente, no te dejan hacer fotografías. Tienes que dejar tu mochila y subirte en la “barca”.


¡El paseo en barca! La barca eran 5 troncos de bambú unidos con una cuerda, ya os podéis imaginar la seguridad que transmitía. Y ahí estábamos, 4 españoles y un “piloto” que no hablaba inglés.
A los 5 minutos de estar subidos, empezó a caer un diluvio universal. El guía iba tan tranquilo, pero nosotros íbamos nerviosos, hablando con la otra pareja y riéndonos de puro nerviosismo.
Cada vez llovía más y en mi mente, ya podía leer los titulares: “4 españoles desaparecen en Tailandia”. Dramatismo modo ON.
Llegamos a un punto y el guía paró el “barco”. Nos hizo señas para bajarnos e indicarnos que teníamos que subir por el camino de piedras. Al subir, había un chiringuito donde estaban algunas personas del tour con nuestras mochilas.
Todos empezaron a reírse cuando nos vieron empapados. Como premio de consolación nos ofrecieron un helado. Allí nos veis a los cuatro españoles muertos de frío, empapados y con un helado en la mano.
Mi opinión personal sobre los santuarios
Creo que es realmente difícil encontrar un santuario de elefantes ético en la actualidad. En ningún momento la experiencia era lo que nos habían explicado. Para ellos somos elementos que hay que entretener.
Además, no sabes cuanto va a durar tu viaje con elefantes, ni tampoco que te van a añadir para entretenerte un día entero y sacarte más dinero.